Es posible que te estés planteando montar una empresa y estés pensando en crear una “startup”. Pero, ¿seguro que es una startup lo que quieres poner en funcionamiento?. El término startup es tan común hoy en día que los empresarios piensan que eso es lo que están desarrollando, incluso si no lo es. Lo cierto es que hay una gran confusión en el ámbito del emprendimiento. Por el hecho de que una empresa sea nueva no quiere decir que se trate de una startup.
Además, es como si montar una startup tuviera más glamour más que montar una empresa “de corte tradicional”. A las startups se les ha dado un estatus casi mitológico gracias a las historias de grandísimos éxitos, los cultos a la personalidad de sus fundadores y la industria del entretenimiento y los videojuegos. Son proyectos sin duda muy interesantes y emocionantes, pero también están llenos de riesgos y lo cierto es que funcionan mejor para algunos tipos de productos y servicios que para otros.
Si buscas en internet algunas de las características que tienen las startups, leerás cosas como estas:
- Recién creadas. Las startups son compañías jóvenes
- Piensan en soluciones a problemas cotidianos
- Este tipo de empresas son innovadoras
- Se caracterizan porque son negocios escalables
- Lo que las mejor las define es su alta capacidad de crecimiento
Personalmente, cuando leo algunas de estas cosas, también puedo pensar en algunas pymes que conozco. Entonces, ¿qué diferencias hay realmente entre una startup y una micropyme o una pyme tradicional?.
Desde mi punto de vista, son seis las principales diferencias entre una startup y una empresa con un modelo de negocio tradicional.
La tecnología
El término “startup” generalmente se refiere a una empresa de tecnología. El uso de la tecnología les permite seguir un modelo de negocio diferente y acelerado que las diferencia de las pequeñas empresas. Eso no quiere decir que una empresa tradicional no utilice tecnología, sino que esta no es la base de su constitución, su razón de ser. Las startups aportan sus soluciones a través de la tecnología y tienen la tecnología en su modelo de negocio.
La Visión
En el debate startup o pyme, la visión de la empresa es uno de los factores más importantes. Las startups se centran no solo en crear un producto o servicio, sino en conquistar el mundo. Quieren ser la fuerza más innovadora, creativa y disruptiva en su industria y mercado, provocando un gran impacto. Nacen, además, como un proyecto pensado para venderlo al cabo de unos años y generar un alto beneficio económico en un tiempo determinado.
Los emprendimientos tradicionales suelen estar más enfocados en ser rentables dentro de un paradigma ya determinado. Sirven a un mercado más local, y las relaciones personales son su alma. A menudo son impulsados por una pasión casi artesanal que, en muchos casos, se ha transmitido a través de generaciones de la familia. Desde un punto de vista económico la intención es crear un negocio que perviva en el tiempo generación tras generación.
Financiación
Las startups obtienen la mayor parte de su financiación de capitalistas de riesgo que realizan grandes inversiones, una vez que consideran interesante una propuesta. A cambio, reciben capital en el negocio, por lo que si tiene éxito, se benefician junto con el propietario.
Las pequeñas empresas generalmente obtienen préstamos de bancos tradicionales o prestamistas alternativos, incluso de familiares, amigos y círculos cercanos. Los prestamistas ganan dinero cobrando intereses, lo que significa que el propietario del negocio paga más con el tiempo, pero no ha renunciado a nada de su capital en la empresa.
Crecimiento
Las startups quieren crecer lo más rápido posible, aumentando los ingresos a través de un modelo de negocio que se puede replicar y escalar fácilmente. Esta es la razón por la cual las startups se crean habitualmente en la industria de la tecnología.
Las pequeñas empresas utilizan una estrategia de crecimiento más lenta y sostenible centrada en generar beneficios antes de expandirse. Buscan un crecimiento estable a largo plazo que cree un negocio sostenible y duradero. Este modelo es mucho más adecuado para emprendedores con menor tolerancia al riesgo.
Beneficios
Los ingresos están relacionados con el crecimiento, por lo que no sorprende que haya contrastes entre una startup y una pequeña empresa. Los capitalistas de riesgo saben que su inversión inicial en una startup puede tardar años en recuperarse si se recupera. Las startups no están diseñadas para devolver beneficios de inmediato. El objetivo es hacer pública la empresa y obtener ganancias de esa manera.
Las pequeñas empresas generalmente no tienen inversores de los que preocuparse. También a menudo se configuran para generar ganancias de inmediato, porque están siguiendo modelos de negocio bien establecidos. No necesitan tiempo para descubrir qué es lo que funciona y lo que no porque no necesariamente están haciendo nada tan diferente.
Liderazgo
En general, hay dos perfiles de emprendedores: los artistas o maestros en lo suyo y los empresarios.
Las startups suelen ser fundadas por personas con un claro perfil de empresario. Son tomadores de riesgos, creadores de visión y creadores de negocios escalables que aportan beneficios cuando se venden. De hecho, es muy habitual que estos emprendedores salten de una iniciativa a otra constantemente.
Las pequeñas empresas a menudo son fundadas por personas que saben mucho de una actividad concreta. Son verdaderos maestros en lo suyo. Son creadores apasionados, luchadores y orientados a las relaciones con otras personas para inspirarles. En muchas ocasiones, requieren de un gestor al lado para poder llevar la empresa a buen puerto.
Estas son algunas de las diferencias más significativas entre startups y proyectos emprendedores tradicionales. Para que tengas ya toda la información para decidir si eres más de startup o de empresa tradicional, te cuento una última cosa.
Una creencia muy extendida en el mercado es que si quieres ganar dinero hoy, tienes que montar una startup. Pues bien, las startups no son la única manera de conseguir el éxito como emprendedor o empresario. Perfectamente puedes convertir un negocio tradicional en una máquina bien engrasada, que genere grandes beneficios. Cada franquicia de restaurantes, bufete de abogados global o cadena de peluquerías comenzó como una pequeña empresa.
Si te planteas abrir un negocio, decidir hoy entre una startup o un modelo de empresa tradicional tiene menos que ver con ganar dinero que con la industria a la que te vas a dedicar, con tu propia personalidad o con tu tolerancia al riesgo. Cualquier persona puede ser emprendedora, cualquiera puede crear un negocio, pero para elegir tu modelo ideal es importante que te pares a pensar en tu perfil y en el propósito real que tienes a la hora de abrir la empresa. Y a partir de ahí, da igual que se trate de una startup o un emprendimiento de corte tradicional. Lo importante es que se trata de tu proyecto y toca luchar por él.